Desolada, árida y pobre, Extremadura es todo lo que describe su nombre (del latín «terra extrema et dura»): una tierra de espacios desiertos y campos interminables, casi siempre sin cultivar, que durante siglos ha tenido que luchar contra los gobernantes y la sequía. Cenicienta de la economía y el turismo españoles, es una región que reserva magníficas sorpresas a quienes abandonan los caminos trillados del turismo de masas y se acercan a una realidad más auténtica.
Emparedada entre Castilla y Léon, la Comunidad de Madrid, y Andalucía, y con la mirada vuelta hacia ese océano que no alcanza, Extremadura es un destino para almas románticas en busca de tranquilidad y encanto.
Debe explorarse a paso lento, ya sea a pie por la antigua Vía de la Plata, una ruta de senderismo menos conocida que el Camino de Santiago pero no menos fascinante, o en coche subiendo y bajando por carreteras solitarias donde puede que no te encuentres con nadie en horas.
Tus ojos se deleitarán con vistas insólitas y fascinantes, como cigüeñas negras, alcornoques, castillos en ruinas y monasterios solitarios, mientras que tu paladar se deleitará con las especialidades gastronómicas locales, que incluyen manjares imperdibles como la Torta del Casar, considerada uno de los mejores quesos del mundo.
Madrid y Lisboa parecen mundos aparte, pero gracias a las carreteras de largo recorrido se puede llegar a ellas en un abrir y cerrar de ojos. Extremadura está ahí, al alcance de todos los que deseen descubrirla.
Pobre en economía pero no en lugares de interés, Extremadura es una región magnífica para visitar, el destino ideal para quienes no quieren deslumbrarse con imágenes de postal sino adentrarse en los secretos de una nación con espléndidos atractivos paisajísticos y culturales.
Fundada por los romanos en el año 25 a.C., Mérida es una joya de encanto antiguo: atravesada por el río Guadiana, es la ciudad con mayor número de ruinas antiguas.
Algunas de ellas son especialmente impresionantes y emocionarán incluso a quienes ya hayan visto famosos yacimientos arqueológicos en Italia o Grecia: el puente romano (el más largo conservado hasta la fecha), un antiguo teatro, un anfiteatro, un estadio y los restos de tres acueductos.
La mayor fortaleza árabe de España no está en Andalucía, como muchos creen, sino en Badajoz, una ciudad injustamente despreciada por los turistas.
Además de esta maravilla, también puedes admirar una magnífica catedral, un edificio muy moderno con una fachada que cambia de color con los reflejos de la luz y un interesante museo de arte contemporáneo español, portugués e iberoamericano ubicado en el interior de una antigua cárcel.
La Ciudad Monumental de Cáceres es un laberinto de calles estrechas y plazas bordeadas de elegantes palacios que en su día albergaron a las familias nobles de la ciudad; algunas de estas casas señoriales albergan ahora interesantes museos.
La mejor forma de enamorarse de Cáceres es perderse por sus sinuosas callejuelas y dejarse cautivar por el encanto único de esta ciudad desconocida para el turismo de masas y por la bondad de los platos locales que se sirven en los bonitos restaurantes del centro.
Los 180 kilómetros cuadrados del Parque Nacional de Monfragüe albergan más del 75 % de las especies de aves protegidas de España, como cigüeñas negras, buitres leonados, buitres monje y águilas imperiales ibéricas.
Este paraíso para la observación de aves es también un destino ideal para los senderistas: el parque es una espectacular extensión de colinas surcada por rutas de senderismo para todos los niveles. Camina a ritmo tranquilo en busca de los miradores más bellos del parque, desde los que podrás disfrutar de unas vistas impresionantes.
El mar está a cientos de kilómetros, pero Trujillo debe su fama a las épicas hazañas de los conquistadores que trajeron riquezas consigo: entre ellos, Francisco Pizzarro, el implacable conquistador de Perú que nació en esta remota ciudad extremeña.
El centro histórico es un alboroto de palacios elaboradamente decorados, iglesias barrocas, exuberantes jardines y espléndidos aljibes de la época árabe.
En el siguiente mapa puedes ver la ubicación de los principales lugares de interés de este artículo.
Para dormir en Extremadura, la mejor alternativa es Mèrida. La ciudad se encuentra a una distancia razonable tanto de Badajoz como de Cáceres, lo que la convierte en la base perfecta para hacer excursiones de un día para explorar los alrededores. En Mérida hay varios lugares donde alojarse, incluidos algunos hoteles y varios apartamentos y pensiones.
Elige alojarte en el centro histórico, ya que es la zona con más atracciones, pero al mismo tiempo ¡cuidado con el aparcamiento! Si tienes un coche de alquiler, alojarte en el centro puede ser complicado, así que es mejor que te informes de si el establecimiento que vas a elegir dispone de aparcamiento o de un acuerdo de garaje.
Extremadura es una de las regiones más occidentales de España, fronteriza con Portugal. Para llegar a Extremadura lo mejor es aterrizar en Madrid y alquilar un coche, y luego dirigirte hacia el oeste. Otra posibilidad es aterrizar en el aeropuerto de Sevilla, esta vez en dirección norte.
Otra alternativa sería aprovechar el aeropuerto de Lisboa: desde allí a Badajoz se tarda unas 2 horas y media en coche o tres horas en transporte público.
La comunidad autónoma de Extremadura está situada en el suroeste de España y no tiene salida al mar. Limita al oeste con Portugal y al sur, este y norte con otras regiones españolas (Andalucía, Castilla La Mancha, Castilla y Léon). No debe confundirse con la región homónima de Portugal.
Desde el punto de vista administrativo, Extremadura está dividida en dos provincias, que son las más extensas pero de las menos pobladas de España: Cáceres y Badajoz. La capital de la región es Mérida.
Extremadura disfruta de un clima mediterráneo, a excepción de algunas zonas de clima continental. En toda la región, los veranos son calurosos y secos.