El Museo de Cera de Barcelona está situado en el centro de la ciudad, no muy lejos del Monumento a Colón y del mar. Se trata sin duda de una parada que no debes perderte cuando planees una visita a la ciudad, ya que aquí no sólo podrás admirar casi 200 figuras de personalidades famosas e históricas, sino también visitar un fabuloso palacio de 1867.
El edificio neoclásico, de hecho, tiene un gran valor artístico y arquitectónico, ya que fue la sede del Banco de Barcelona hasta la década de 1970. En 1973, una vez que el Banco se hubo mudado, el propietario Enrique Alarcón decidió convertir el Palacio en un museo de cera. Más pequeño y más famoso que el Museo de Cera de Londres, el Museo de Barcelona lleva a sus visitantes a través de salas elegantemente amuebladas que, en parte, aún conservan detalles de cuando el banco tenía aquí su sede.

El Museo de Cera de Barcelona ofrece un recorrido que permite admirar numerosas reproducciones de personajes históricos, literarios y del mundo del cine y la actualidad, con especial atención a los exponentes españoles. El museo cuenta con tres plantas y la visita recorre 28 salas divididas por temas. Se accede por una gran escalinata neoclásica que fue la antigua entrada al Banco.
Entre las salas más importantes de la planta baja se encuentra la Sala Barcelona, que permite conocer mejor la ciudad española admirando las estatuas de los personajes emblemáticos que hicieron su historia. La visita continúa con la Sala de Recitales, que conserva parte del mobiliario original y exhibe estatuas de muchas personalidades actuales, como la realeza española y británica, así como otras celebridades.
Tampoco hay que perderse la visita a la Sala Ciega, que fue la sala más importante del Banco de Barcelona, ya que en ella se guardaban el oro y los objetos de valor de los ciudadanos; en la sala se ha conservado gran parte del mobiliario de su antigua función.
En la segunda planta hay salas con reproducciones de importantes personalidades del mundo de la pintura, la música, la ciencia y la literatura. También hay una sección dedicada a los cantantes pop y a las personalidades más famosas del siglo XXI.
En la tercera planta hay una sección dedicada a la famosa serie de televisión «El Trono de Hierro» y al Pasaje de los Horrores. Esta última sala está reservada sólo a los más valientes, ya que reconstruye la historia de algunos de los asesinos más famosos de nuestro planeta.
Para una pausa muy especial después de visitar el Museo de Cera, te recomendamos que hagas una parada en «El Bosc de les Fades», un café situado justo al lado del recinto del museo. La peculiaridad de este Café es que todo ha sido diseñado y creado para recrear un auténtico Bosque de las Hadas. Al entrar aquí se pueden encontrar varias estatuas, árboles y camareros disfrazados que hacen que el escenario sea realmente mágico y espectacular. Merece la pena visitarlo, sobre todo si vas en compañía de niños.
Para acceder al Museo de Cera necesitas comprar una entrada: si compras la Barcelona Card o la Barcelona Card Express obtendrás una reducción en el precio de la entrada. También hay descuentos para niños de 6 a 16 años y mayores de 65 años, mientras que los menores de 6 años entran gratis.
Si quieres evitar las colas en las taquillas o te gusta planificar tu itinerario antes de salir, te recomendamos que compres tu entrada directamente por Internet.
El Museo de Cera de Barcelona está abierto todos los días con el siguiente horario

La mejor forma de llegar al Museo de Cera es a pie o en transporte público. La estación de metro más cercana es Drassanes (línea L3), o también está Plaza Catalunya (líneas L1 y L3), a 15 minutos a pie. Las líneas de autobús que paran cerca del Museo de Cera son 59, D20, H14, V13 y V17. Para los que lleguen en coche, es importante saber que no hay aparcamiento gratuito en los alrededores del museo, pero hay varios aparcamientos con tarifas por horas.
El Museo de Cera de Barcelona está situado en una calle lateral al principio de la Rambla, a unos cien metros del Mirador de Cólom.
La City Card le permite ahorrar en transporte público y/o entradas a las principales atracciones turísticas.
